El pescador es una reflexión en la cual podemos darnos cuenta de que muchas veces desperdiciamos nuestra vida por buscar una felicidad que en realidad ya la tenemos pero que por alguna razón no podemos ver de manera clara.
La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos mal por aquello que no tenemos. Muchas personas se quejan por aquellas cosas que les hacen falta y gastan su tiempo en hablar de lo desdichados que son porque no tienen lo que desean, cuando ante sus ojos la vida pasa sin darse cuenta que la felicidad está en sus manos.
Debemos recordar también que la felicidad se encuentra en el camino y no en el punto de llegada, por lo tanto debemos ser felices con aquellas cosas que ya poseemos y también ser agradecidos por aquellas cosas que nos hacen ser felices cada día, como nuestra familia.
El pescador (reflexión)
Un banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pueblito caribeño cuando llegó un bote con un solo pescador.
Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó ¿cuánto tiempo le había tomado pescarlos? El pescador respondió que sólo un de poco tiempo.
El americano luego le preguntó por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado.
El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.
El americano luego preguntó ¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo?
El pescador dijo, «duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi esposa, bajo todas las noches al pueblo donde tomo vino y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida «placentera y ocupada».
El americano replicó, «Soy un MBA de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande, con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes y eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros.
En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías, hacer directamente a un procesador y eventualmente abrir tu propia procesadora.
Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución.
Deberías salir de este pequeño pueblo e irte a la capital, donde manejarías tu empresa en expansión».
El pescador preguntó, ¿Pero, cuánto tiempo tarda todo eso?
A lo cual respondió el americano, «entre 15 y 20 años».
«¿Y luego qué?»
El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte.
«Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (Oferta inicial de acciones) y vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico, tendrás millones.
«Millones … y ¿luego qué?»
Dijo el americano: «Luego te puedes retirar. Te mueves a un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta con tu mujer, caer todas las noches al pueblo donde tomas vino y tocas guitarra con tus amigos».
El pescador respondió: «¿Acaso eso no es lo que tengo ya?»